El aldabón de la puerta principal golpeó con ruido sordo que resonó en la silenciosa casa. Sintió los torpes pasos de Mamita cruzar el vestíbulo y abrirse la puerta. Se oyó el ruido del saludo y un murmullo confuso. Algún vecino que vendría a discutir el funeral, o a traer chismes y cuentos. A Pitty le entretendría. Experimentaba un melancólico placer hablando con los visitantes que venían a darles el pésame.
Escarlata se preguntaba con curiosidad quién sería, y cuando una voz de hombre, vibrante y sonora, se elevó sobre el fúnebre cuchicheo de Pitty, lo supo. Una sensación de alegría y alivio la inundó. Era Rhett. No lo había vuelto a ver desde que le había comunicado la muerte de Frank, y ahora sentía en lo más recóndito de su corazón que él era la única persona que podría ayudarla aquella noche.
-Creo que me recibirá -oyó que decía.
-Pero está descansando ahora, capitán Butler, y no quiere ver a nadie. Pobre niña, está completamente anonadada. Ella...
-Creo que me recibirá. Haga el favor de decirle que me marcho mañana y que estaré fuera algún tiempo. Es muy importante.
-Pero... -murmuró tía Pittypat.
Escarlata corrió al vestíbulo, observando con cierto asombro que sus rodillas estaban algo inseguras, y se inclinó por encima del pasamanos.
-Ahora mismo bajo, Rhett -manifestó.
MARGARET MITCHEL.
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