"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


miércoles, 18 de agosto de 2010

LA CULTURA APOCALÍPTICA

Es triste comprobar cómo, de una manera u otra, nuestra cultura necesita tener en el horizonte un apocalipsis para crecer. Ya en tiempos de Jesús sus discípulos estaban convencidos de estar viviendo el Final de los Tiempos. Y, aunque con la distancia que dan los siglos, y desde un punto de vista estrictamente simbólico, no les faltaba parte de razón, lo cierto es que ni el siglo I ni la muerte del Hijo del Hombre trajeron la catástrofe que esperaban.
Empiezo a creer que eso de aguardar cambios radicales es algo de profunda raigambre semítica que se ha extendido a todo Occidente. Aún resuenan los ecos de aquella visión de Nostradamus que profetizaba la llegada de un “rey del terror” (Cuarteta 72, centuria 10) para el verano de 1999 y que resultó ser el anuncio codificado del eclipse total de Sol que a mediodía del 11 de agosto de aquel año oscureció el norte de Francia, dejando casi en penumbras la ciudad de París.
O el “efecto 2000”. ¿Alguien lo tiene presente hoy? Hasta el Gobierno de Estados Unidos creó entonces un comité presidido por el senador Robert Bennet para que tomase medidas y previniese un colapso informático planetario. Se habían dado cuenta de que los primeros programas informáticos utilizaban los guarismos de dos cifras –como 97, 98, 99...– para referirse a años como 1997, 1998 o 1999. Entonces lo hicieron para ahorrar memoria en sus sistemas, sin darse cuenta de que al llegar al año 2000 el 00 sería interpretado por la máquina como 1900, abriendo una caja de Pandora de consecuencias imprevisibles. ¿Y qué ocurrió? Las computadoras siguieron haciendo (bien) su trabajo.
Hoy, a falta de nuevas amenazas milenaristas en el horizonte, recurrimos a las viejas profecías mayas. Los antiguos mexicanos vivían obsesionados por el tiempo. Establecieron un complejo sistema calendárico dividido en períodos de 52 años, que marcaban con complejas observaciones estelares (en especial de las Pléyades) y solares. Fijaron el tránsito de la humanidad por “soles” que duraban unos 2100 años y que cíclicamente nos destruían por culpa de grandes colapsos naturales. El último de esos ciclos, el que dará paso al llamado “Quinto Sol”, lo cifraron para el solsticio de invierno (21 de diciembre) de 2012. Y, aunque son los propios ancianos mayas los que hoy dudan de que en esa jornada ocurra algo siniestro, no son pocos los que vinculan el momento con un período de fuertes tormentas en el Astro Rey, con erupciones de helio y corrientes magnéticas que podrían afectar severamente a nuestro planeta.
Todo está por ver. Pero mientras llegan o no esos cambios, apostaremos por utilizar la profecía como si fuera una señal de tráfico que marcara un peligro en la calzada. Esto es: levantaremos el pie del acelerador, promoveremos una vida más sana y ayudaremos a este viejo mundo a recuperarse de sus heridas. ¿Se suman a esta “visión profética”?

TORMENTAS SOLARES
En 1989 una llamarada solar de clase X fue detectada por los astrónomos. Sus efectos en forma de “lluvia de protones”, tardaron unos días en llegar a nosotros, pero se cree que fueron la causa de la sobrecarga de la red eléctrica canadiense, así como de fallos en las redes de telefonía y transmisión por cable. Otra llamarada parecida produjo en septiembre de 2005 auroras boreales que fueron visibles desde Arizona y que colapsaron las transmisiones de datos de alta frecuencia. ¿Pequeñas señales de lo que está por venir?





1 comentario:

  1. Por qué no publicas algo acerca de la H.A.A.R.P. nos gustaría saber algo más de lo que se ha dicho hasta hoy.

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