"El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir." EINSTEIN


lunes, 1 de agosto de 2011

¿De qué manera afecta el tamaño del cuerpo a la forma de ver el mundo?


¿Qué puede pasar por la cabeza de alguien que se levante una mañana y se imagine que su cuerpo ha menguado hasta cobrar el tamaño de una muñeca? Podría pensar que tiene un tamaño normal y que el resto del mundo es enorme, o todo lo contrario. La pregunta que se plantea es: ¿de qué manera afecta el tamaño del cuerpo a la forma de ver el mundo? En Suecia unos investigadores abordaron esta cuestión y han obtenido resultados interesantes. Su estudio, publicado en la revista PLoS ONE, fue financiado en parte mediante una subvención del Consejo Europeo de Investigación (CEI) al amparo del Séptimo Programa Marco (7PM) de la UE.

Según la teoría clásica, los seres humanos perciben el tamaño y la distancia en función de la interpretación cerebral de diversos estímulos visuales, como el tamaño de un objeto en la retina y el movimiento de éste por el campo visual. Algunos entendidos en la materia opinan que en la percepción también influye el tamaño corporal. Según su parecer, a mayor estatura, menores parecen las distancias.
Los autores, del Instituto Karolinska, pusieron a prueba estas hipótesis examinando de qué modo un grupo de personas experimentaba como propio un cuerpo diminuto y otro inmenso en un entorno de laboratorio.
Estos científicos ya habían logrado anteriormente generar la ilusión del intercambio de cuerpos con otras personas o maniquíes, y en esta ocasión emplearon las mismas técnicas para crear a los participantes en el experimento la ilusión de que su cuerpo era enorme o bien del tamaño de una muñeca. Concretamente, experimentaron la sensación de tener un cuerpo de 30 u 80 y 400 centímetros. Sus indagaciones han revelado la manera en que el tamaño del cuerpo influye en la percepción del espacio circundante.
«Quienes poseen cuerpos diminutos perciben el mundo como si fuera inmenso, y en el caso contrario ocurre lo propio», informó el coordinador y coautor del estudio, el Dr. Henrik Ehrsson del Laboratorio de Percepción Encefálica, Corporal y Propia del Departamento de Neurociencias del Instituto Karolinska.
Los científicos evaluaron en qué medida se alteraba la percepción del espacio tras pedir a los participantes en el estudio que calculasen el tamaño de varios cubos y entonces tratasen de caminar sobre ellos con los ojos cerrados. Cuando los individuos se imaginaban que su cuerpo era pequeño, atribuyeron distancias y tamaños mayores que los reales, y menores que la realidad cuando se imaginaron que tenían cuerpos grandes.
Los autores señalan que una de las estrategias empleadas por el cerebro para evaluar el tamaño consiste en comparar dos objetos uno al lado del otro, por ejemplo un cuerpo y un árbol. Curiosamente, cuando los individuos experimentaban la sensación de poseer cuerpos artificiales, el «efecto del tamaño corporal» fue aún más pronunciado.
«Aunque sabemos el tamaño real de la gente, este efecto de ilusión nos hace ver a los demás como si fueran gigantes, es una sensación muy extraña», aseguró el Dr. Ehrsson.
Asimismo, esta investigación pone de relieve las grandes probabilidades de que se pueda generar la ilusión de intercambio corporal con cuerpos artificiales considerablemente pequeños o grandes. A largo plazo, este efecto podría dar lugar a aplicaciones prácticas.
«En teoría, es posible crear la ilusión de ser un robot microscópico capaz de efectuar operaciones en el cuerpo humano, o bien de ser un robot gigante capaz de reparar una central nuclear cuando se ha producido un accidente», aventuró el Dr. Ehrsson.
Los investigadores aseguran que sus hallazgos «poseen una importancia fundamental, puesto que apuntan a una relación causal entre las representaciones del espacio corporal y el espacio externo. Por consiguiente, el propio cuerpo afecta a la percepción del mundo.»












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